viernes, 6 de agosto de 2010

¡¡Ayúdame, soy líder Juvenil de una iglesia pequeña!!

1, 2, 3, 4, 5…8, 9, 10. Terminé. ¡¡Alto!!, no estamos jugando a las escondidas, pero para un sector importante del liderazgo juvenil la manera como se miden los avances de los grupos juveniles es a través de los números. Es muy común que cada vez que pastores o líderes juveniles se reúnen en algún evento, aparece en nuestras conversaciones “la pregunta terrible” ¿Cuántos jóvenes son en tu ministerio juvenil? antes de enterarte de cómo está la persona que está frente a ti. A esta interrogante los líderes juveniles de las “mega” iglesias no tienen problema en responder aludiendo a la gran cantidad de jóvenes que tienen en sus grupos y los diferentes programas que desarrollan. En cambio los líderes juveniles de iglesias pequeñas, nos frustramos al darnos cuenta de lo lejos que estamos de lograr esos resultados. Nos sentimos tentados a igualar estos estándares y a menudo caemos en la exageración y en la mentira para tratar de presumir frente a otros, a veces llegamos al punto de contar las narices, los ojos y las orejas de nuestros jóvenes con el fin de sumar más.

¿Donde estamos y hacia donde vamos?

Observación del problema

• Existe un éxodo de jóvenes de la iglesia-institución, es posible que en el futuro sea de menos interés para ellos pertenecer a un grupo cristiano tradicional.

Frente a esto, distintas respuestas:
1. Ignorar y seguir el mismo patrón.
2. Derivar el problema sólo a los jóvenes (Ellos son los responsables)
3. Otros se plantean el problema de frente. ¿Nuestra relación con los mundos juveniles permite un anuncio pertinente del Reino de Dios?

Ya entendí por qué nos dan ganas de abandonar el ministerio

A todos nos ha pasado, ¿no es cierto? El pensamiento de irnos (de largarnos) nos ha cruzado por la mente más de alguna vez. En cierto sentido, es normal, porque es verdad que el ministerio puede ser agotador, desgastante, difícil, doloroso, frustrante. Sin embargo, quiero animarte a considerar una razón superior que puede ayudarte la próxima vez que te veas a punto de tirar la toalla.

En II Corintios conocemos de manera muy personal al apóstol Pablo. Contra los falsos maestros que buscaban desacreditarlo, él defiende su ministerio, y abre con mucha franqueza su corazón ante la iglesia que tanto amaba (iglesia que él mismo fundó). Y en ese diálogo, aprendemos qué se siente estar en el ministerio de Pablo.